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Cuando el silencio no existe

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Aunque no es una afección muy conocida, la padecen famosos como Barbra Streisand o Sylvester Stallone. Los acúfenos o tinnitus (en latín, zumbido o campaneo) pueden ser un síntoma de cualquier lesión del aparato auditivo, y en gran parte de los casos se desconoce su origen y cómo tratarlos. Los afectados perciben un sonido, agudo o grave, con mayor o menor intensidad que aparece un día y quizá le acompañará toda la vida.

El origen del trastorno es aún desconocido. Para que la sensación sea perceptible, el estímulo debe alcanzar la corteza cerebral y cada vez es más evidente que debe de existir una disfunción en la vía neuronal auditiva. Es posible que la lesión de 15 o 20 células auditivas, de las aproximadamente 25.000 que tenemos en cada oído sea suficiente para originar un acúfeno.

Una de las dificultades a la hora de establecer un diagnóstico son las múltiples causas que pueden originarlo. Algunos pacientes comienzan a oírlos tras sufrir un traumatismo sonoro (trabajos expuestos a un elevado ruido), pero en otros casos «nos encontramos que aparecen en oídos absolutamente normales. Los otorrinolaringólogos trabajan para poder solucionar este problema buscando la causa. En el momento en que exista una máquina que pueda medir los ruidos que percibe el paciente tendremos la mitad del problema solucionado.

Los acúfenos o tinnitus pueden ser de dos tipos: los subjetivos, que son una sensación que se crea en el aparato auditivo y, como tal, sólo es percibida por el paciente sin posibilidad de medición alguna; y los objetivos, menos del 5% del total, que corresponden a sonidos reales de tipo pulsátil (latidos del corazón o contracturas musculares repetidas). Estos últimos pueden aparecer a raíz de alguna alteración vascular o muscular, una arterioesclerosis o un golpe fuerte en las cervicales; entonces ocurre que la sangre no circula de forma lineal sino que lo hace con turbulencias y ello provoca que se oiga el sonido. Los actuales tratamientos farmacológicos (vasodilatadores o inhibidores del calcio) ofrecen pobres resultados, aunque también tienen escasos efectos secundarios. Sin embargo, en su contra están los escasos resultados conseguidos. Las bases del futuro tratamiento farmacológico se centran en los neurotransmisores neuronales y sus análogos (dopamina, serotonina, ácido glutámico o el ácido aspártico, entre otros) pero todavía se necesitan muchas investigaciones para precisar las dosificaciones y vías de administración.

La primera descripción de este problema la realizó Aristóteles, y en aquella época muchas eran las personas que se reunían alrededor de una fuente, porque el ruido exterior se soporta mejor que el interior, quizá esa fue la primera agrupación de pacientes.

El acúfeno, con ausencia de síntomas previos, provoca entre los afectados la sensación de inicio de locura. Nadie comprende que puedas oír sonidos como una olla a presión o grillos en el campo. Esta falta de comprensión suele desencadenar en muchos afectados una depresión, por lo que desde el portal de especialistas Otorrinolaringólogos en Mérida advierten de la importancia del apoyo psicológico, tanto para afectados como para las personas de su entorno.

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