Comúnmente llamamos infarto al infarto agudo de miocardio (músculo cardiaco) pero le puede ocurrir a cualquier órgano.
INFARTO Es la necrosis -o muerte de las células- de un órgano o parte de él por falta de riego sanguíneo debido a una obstrucción o estenosis (estrechez) de la arteria correspondiente.
El infarto de miocardio es la principal causa de muerte de hombres y mujeres en todo el mundo.
Se le reconoce por la aparición brusca de los síntomas característicos: dolor intenso en el pecho, en la zona precordial (donde la corbata), sensación de malestar general, mareo, náuseas y sudoración. El dolor puede extenderse al brazo izquierdo, a la mandíbula, al hombro, a la espalda o al cuello.
Hay que advertir que aproximadamente la mitad de los infartos aparecen sin síntomas previos, o sea, que el infarto es la primera manifestación de la cardiopatía isquémica.
Otras veces, en cambio, unos meses antes de tener el infarto el paciente presenta molestias precordiales, sensación de malestar, cansancio, mayor irritabilidad, etc, o incluso en ocasiones molestias de estómago, que hacen confundir los síntomas de infarto con los procedentes de otros órganos.
Toda persona que presente un dolor precordial acompañado de malestar general debe acudir lo más rápidamente posible a un cardiólogo
Buena parte de los infartos de miocardio aparecen en personas que tienen los denominados factores de riesgo.
Estos son, aparte de una cierta predisposición familiar y de la edad, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes y las alteraciones de las grasas en sangre (colesterol)
Con un electrocardiograma se demuestran alteraciones evolutivas típicas, y con analítica se valora la elevación de los niveles en sangre de las enzimas cardíacas. Se debe realizar también una radiografía de tórax para ver si el corazón está agrandado o si hay líquido en los pulmones.