La rabia por la violencia e inseguridad seguirá encendida.
Los reclamos y destrozos en el Ángel de la Independencia, la Glorieta de Insurgentes y en las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) serán pocos mientras más mujeres sean abusadas, violadas o asesinadas.
Ésta es la consigna de quienes reclaman que en la CDMX haya aumentado la tasa de violaciones y feminicidios.
Tres casos de violaciones, presuntamente por parte de policías, detonaron la rabia de las mujeres, quienes aseguran que ya no soportan vivir en una ciudad que lidera en violencia de género.
De acuerdo con cifras oficiales, entre 2018 y 2019, se iniciaron 2 mil 156 carpetas de investigación por violación. En tanto, el último año, hay 11 juicios abiertos contra policías por este delito.
El 3 de agosto, una joven acusó que fue ultrajada por cuatro uniformados, a bordo de una patrulla. La acusación generó polémica cuando desistió de ampliar su declaración. Las autoridades dejaron en claro que, hasta no completar la indagatoria, no fabricarían culpables.
La respuesta fue de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum y repetida por la Procuradora de Justicia, Ernestina Godoy. Esto agravó el malestar de quienes comenzaron a respaldar, desde redes sociales, a la presunta víctima.
Mientras el proceso para determinar si había responsabilidad de elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) avanzaba, a la par se gestaba en redes la invitación a protestar.
La primera manifestación se realizó el 12 de agosto. El contingente partió de la SSC a la PGJ, en la que las consignas, lonas y cartulinas se cambiaron por gritos, pintas, una puerta de cristal destrozada y el Jefe de la Policía, Jesús Orta, cubierto de diamantina rosa.
Horas después, Sheinbaum lanzaría la frase que desató la rabia de los colectivos.
«No vamos a caer en ninguna provocación, esto es una provocación. Quería que el Gobierno utilizara métodos violentos, igual que las que ellos utilizaron, y nosotros por ningún motivo vamos a caer en provocación», dijo ese lunes
Regina Tamés, directora del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), señaló las altas expectativas que colectivos de feministas pusieron en la nueva Administración, con liderazgo femenino. Sin embargo, éstas cayeron cuando no fueran atendidas.
«El Gobierno de la Ciudad no supo comunicar desde un inicio con empatía, con cercanía a las víctimas y eso hizo que la rabia que ya existía, que se potenciara», lamentó Tamés.
La molestia se acumuló y explotó en un nuevo movimiento feminista el 16 de agosto. La concentración de ese día dejó claro el objetivo: reclamar justicia y protección.
Tamés explicó que la clave está en que hasta en casos delicados, las autoridades tienen más efectividad en reaccionar que en prevenir.
«Tenemos que pensar en qué hacer para que haya medidas de prevención. Todo está pensado para ya una vez que a la chava la violan, la matan o la desaparecen».
José Antonio Caballero, experto en seguridad del CIDE, explicó que ni los ministerios públicos especializados, ni los castigos más severos que deben aplicar las autoridades que desconfían y revictimizan a las denunciantes, servirán de consuelo para quienes reclaman haber perdido a una más.
«Lo que está pasando en la Ciudad de México, en estos casos, es un desastre, con la filtración, con la pérdida de pruebas. Algo tan básico como que es la peor experiencia de denunciar y esperar que si les gusta tu historia, pasen tu denuncia y si no, no la inician.
«La confianza está perdida desde hace muchos años, en el tema de mujeres, está más sublimado, tienen desconfianza, justificada, en acercarse siquiera a denunciar y la confianza se construye día a día, no sólo por anunciar programas nuevos», señaló Caballero.