En una de las principales avenidas de la Ciudad de México, Paseo de la Reforma, microbuses y camiones foráneos ocupan como estacionamiento la glorieta donde se encuentra el Monumento a Simón Bolívar.
Hasta 15 microbuses de la Ruta 22 hacen fila ocupando hasta dos de los carriles laterales a la altura de la Calle Violeta después de la ciclovía confinada.
En el sitio, operadores aprovechan para lavar sus unidades e incluso se ofrece el servicio de hojalatería y pintura.
A unos pocos metros, a la altura de la Calle Pedro Moreno, hay discos que indican a los vehículos que está prohibido estacionarse en el lugar. Esto además de entorpecer el flujo vehicular en horas pico, provoca molestia a los peatones.
«Ya tienen aquí más de siete años con su base. Lo que pasa es que cuando uno quiere cruzar Reforma camina para pasar por el semáforo, según por seguridad, pero en cualquier momento ellos, después de estar parados todo el día, deciden que ya se van a mover y te andan aventando el camión», cuenta Margarita González, una mujer de la tercera edad quien vive en la Colonia Guerrero.
En el carril de extrema izquierda son camiones foráneos y privados que salen al interior de la República los que se estacionan, por lo quedan libren sólo dos de cinco carriles.
Estos autobuses privados son utilizados para viajes hacia el estados como Oaxaca, Guerrero y el Estado de México y forman parte de una central camionera irregular que se improvisa sobre la Calle Violeta esquina con Eje Central Lázaro Cárdenas.
En recorridos realizados por REFORMA se han encontrado 14 camiones que ocupan hasta tres carriles dejando disponible sólo uno y, además, compiten por el espacio con los vehículos de vecinos y camionetas de mariachis que salen a buscar clientes fuera de la Plaza de Garibaldi.
«Es un problema sobre todo por las mañanas, cuando va mucha gente hacia el Centro Histórico o los viernes por la tarde que va mucha gente a lo que es Garibaldi, porque además de tener el tráfico normal tienes a los camiones que también ocupan espacio y ahí se estacionan hasta que se llenan y pasa el otro. A los de Tránsito parece que no les importa.
«Nada más para pasar esa calle me he llegado a hacer 15 minutos o más cuando son tres tristes cuadras», comentó Eduardo Pacheco, taxista.
Para las unidades de transporte público hacer base o estacionarse en sitios no autorizados conlleva una sanción de 100 a 200 veces la Unidad de Cuenta vigente -actualmente de 75.49 pesos- así como la remisión del vehículo de acuerdo al Reglamento de Tránsito de la Ciudad de México.