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México, EE UU y Canadá logran avances en el TLC, pero el acuerdo global sigue lejos

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EE UU, el país que apostó por la renegociación del tratado, sigue sin poner encima de la mesa propuestas de calado

Los Gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá han remarcado este miércoles los «grandes avances» logrados en la renegociación para modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), pero han reconocido que aún queda mucho trabajo para concluir el proceso a tiempo. En el calendario inicial, los tres países fijaron el 31 de enero del año que viene como fecha límite para la fumata blanca. Algo que parece poco probable a la luz de la lentitud en las conversaciones. En la tercera ronda, concluida este miércoles en Ottawa, las delegaciones mexicana, estadounidense y canadiense han conseguido cerrar un pacto en el capítulo de pymes y han acercado posturas en otros asuntos como la facilitación comercial, las telecomunicaciones y el comercio digital.

La próxima cita, en Washington entre el 11 y el 15 de octubre, se presume vital en el curso de las negociaciones trilaterales. En ese encuentro, los socios en el mayor tratado de libre comercio del mundo esperan cerrar un acuerdo en materia de competencia, un punto en el que también se han registrado avances en las últimas reuniones, en la Ciudad de México y Ottawa. También que la delegación estadounidense empiece a poner sus cartas encima de la mesa en las cuestiones que se presumen más complejas –la normativa laboral; las reglas de origen (que fijan el porcentaje de insumos regionales que debe tener cada manufactura) o el capítulo 19, que fija el mecanismo de resolución de controversias– . Hasta ahora, para sorpresa de las delegaciones canadiense y, sobre todo, mexicana, Estados Unidos ha apostado por un perfil extremadamente bajo en todas las reuniones celebradas hasta la fecha.

El propio titular de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, ha subrayado en la conferencia de prensa de cierre de la tercera ronda que habrá «desafíos sustanciales» en Washington. «Va a ser una cuarta ronda complicada: estamos llegando a hueso», ha añadido el máximo responsable de la negociación por el lado mexicano. «Han sido cinco días muy productivos, pero nunca dijimos que sería fácil», ha complementado la titular de Exteriores canadiense, Chrystia Freeland. «Nuestro objetivo no es llegar a un acuerdo cualquiera, sino a un buen pacto». La sintonía entre las delegaciones mexicana y canadiense, pese a sus discrepancias en cuestiones como los derechos laborales, ha sido la nota predominante en las tres primeras rondas de diálogo.

El comercio entre los tres países se ha cuadruplicado desde que el TLC entró en vigor en 1994 y ha beneficiado a los productores de los tres países, muy especialmente a los estadounidenses.

15 días de conversaciones, muy pocas propuestas estadounidenses

El representante de Comercio de EE UU, Robert Lighthizer, ha indicado este miércoles su disposición a «continuar trabajando duro» hasta el final del proceso. «Estoy seguro de que seremos capaces de pactar un tratado comercial que cree crecimiento en toda la región». Sus palabras contrastan con la realidad vivida en las últimas negociaciones: aunque la Administración Trump forzó a sus pares mexicano y canadiense a la mesa renegociación del TLC bajo el argumento de que es «injusto» para los trabajadores estadounidenses, 15 días de conversaciones después las propuestas estadounidenses pueden contarse con los dedos de una mano. Y ninguna de ellas versa sobre los temas que más suspicacias han levantado entre los tres países.

La delegación estadounidense, subrayan fuentes cercanas a la negociación, se ha centrado en los temas más sencillos y ha dejado los asuntos más complejos, como la regulación laboral o las reglas de origen. Tampoco han propuesto todavía ninguna alternativa para remodelar el capítulo 19, el mecanismo de resolución de controversias que EE UU quiere cambiar por completo.

A la falta de definición sobre cuestiones clave se suman varios globos sonda lanzados por Washington que no ha concretado. En las últimas semanas, el Gobierno estadounidense ha filtrado la posibilidad de fijar un porcentaje de contenido nacional y no solo regional en cada producto, y la opción de que el nuevo TLC incluya una cláusula de terminación automática del tratado a cinco años vista si ninguno de los tres países acuerda antes su renovación. En ambos casos, los representantes de México y Canadá han respondido con un “no rotundo” y, por el momento, EE UU ha decidido dejar estos temas a un lado: ni siquiera los han propuesto formalmente.

“Hay una razón táctica de empezar construyendo por los temas fáciles e ir construyendo una masa crítica”, subraya un alto asesor de los empresarios mexicanos. “La discusión sobre las reglas de origen, por ejemplo, aún no ha empezado”. Todo estaba dispuesto para que los temas que más ampollas levantan empezasen a salir esta ronda, en Ottawa. Pero habrá que esperar dos semanas más, hasta la cumbre de Washington.

“Lo que está haciendo EE UU es postergar los temas importantes, los que ellos consideran críticos para que la negociación se alargue lo más posible”, opina Ignacio Martínez, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio Exterior de la Universidad National Autónoma de México (UNAM). «La Administración Trump está jugando, claramente, con el calendario político [en México se celebrarán elecciones en julio del año que viene] para que el Gobierno de Peña Nieto siente la presión y firme lo que ellos quieren. Ya postergaron el nombramiento del representante comercial, cuando apuraron los plazos y ahora, simplemente, dejan pasar el tiempo sin fijar su postura en la mayoría de temas».

«El Gobierno mexicano tiene que tener claro que la sustancia debe ser la que marque los tiempos y no al revés», agrega Jaime Serra Puche, exsecretario de Comercio mexicano y uno de los padres del TLC todavía hoy en vigor. «No debe verse forzado a cerrar nada que no quiera por un tema de calendario».

EL CONFLICTO DE BOMBARDIER SE ENTROMETE EN LA RENEGOCIACIÓN

La tercera ronda de diálogo ha estado marcada por la tensión entre Washington y Ottawa por la decisión de la Administración Trump de imponer subsidios preliminares al fabricante de aviones canadiense Bombardier. A la pregunta de si las medidas podrían afectar las conversaciones, el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lightizer dijo a periodistas: “No digo que no tenga efecto en las relaciones, lo tiene, pero no sobre esta negociación”.

“EE UU valora la relación con Canadá”, ha afirmado este mismo miércoles el secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross. “Pero incluso nuestros aliados más cercanos deben jugar siguiendo las reglas”. “Los subsidios que dan los gobiernos extranjeros a sus productos es algo que la Administración de Donald Trump se toma muy en serio”, ha subrayado Ross.

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